domingo, 20 de julio de 2008

El centauro Montilla nunca dejará de ser charnego.

Los centauros vivían en las montañas de Tesalia y eran hijos de Ixión y Néfele, la nube de lluvia, engaño de Zeus con forma de la soñada diosa Hera. Montilla es un iluso. Siempre será un extranjero, un diferente, por mucho que se esfuerce en dejar su condición de bestia, abobado por su Hera-Cataluña y sometido a la norma del nivel C de catalán. Por eso, nunca será uno de ellos. Siempre arrastrará su condición de charnego y de "vernáculo". Él se arrastra y avergüenza de ir de centauro (cien toros), ¡más toro que nadie!, con la ofuscación de quien entra en el juego de la indignidad. ZP no es Teseo para poner orden en la venalidad y la barbarie, ni los mitos griegos, ni los cataláunicos son realidad. Sirven de trampantojos para arribistas y derroteros. La realidad sin embargo, corona a los hombres en la ciudanía como dueños de su destino y de sus amores. Lo lamentable es que ni Montilla ni ZP accedieran a una mínima conciencia de la sabiduría clásica. Lo peor es que quieran hacernos entrar en su ciego laberinto.

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