sábado, 29 de mayo de 2010

Había recogido la ensoñación del Concierto de

anoche (28 de mayo) como una magnífica exhibición de sensibilidad femenina. La directora de orquesta, Gloria Ramos, dirigía a golpe de estremecimiento, como una saltarina leve y persuasiva, con su batuta que era más su propio cuerpo que palitos de sus dedos. Las aproximaciones de la polimorfa Pilar Jurado a las nanas sefardíes son muy sugerentes y una superior promesa en una arriesgadísima composición .Rosa Torres Pardo volvió a sacar de lo hondo del escenario la materia con que fragua las emociones que nos acercan a una experiencia superior. Sus interpretaciones son sacramentales. Nunca Emille Saint Saéns pudo soñar que alguien encarnara sus sublimidades y contenidas fabulaciones en un delicioso camino espiritual, que es cuando el alma clama siempre "rompe ya la tela de este dulce encuentro", que es cuando la ausencia se hace más viva, cercana y prometedora. Yo estaba en el nº 13 de la tercera fila. Hoy me dormiré rezando, inmerso en el misterio de la vida, del tiempo y el universo.

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