"Mucho más temprano que tarde España será intervenida. Será el resultado de un
fracaso colectivo y de haber funcionado con muy poca inteligencia. Será culpa de
los socialistas y de sus políticas nefastas, pero también del PP de
Rajoy, de su cobardía y de sus reformas de la señorita Pepis para tratar
de engañar a los andaluces, que al final no picaron.
No sé qué es peor, si la histórica ineptitud socialista para organizar sociedades o el tacticismo tan irresponsable de don Mariano que, sabiendo lo que tenía que hacer, y lo urgente que era, prefirió ceder al electoralismo y proteger la carrera política de Javier Arenas antes que luchar por todos los españoles.
También será culpa de la poca inteligencia de la gente. De los que han estirado más el brazo que la manga y han vivido como nuevos ricos confiando en que podrían ir tirando de pelotazo en pelotazo. Será culpa de la poca inteligencia de los sindicatos, que han explotado, sodomizado y finalmente asesinado a la gallina de los huevos de oro con sus pretensiones tan alejadas de cualquier mesura. Será culpa de lo poco inteligentes que han sido los empleados que alguna vez han creído que su enemigo era el empresario y que han intentado estafarle trabajando menos, trabajando peor, con bajas laborales fraudulentas y con la funesta retórica de los días personales. También será culpa de la poca inteligencia del café para todos autonómico, esa gran y carísima pantomima para disimular que Euskadi y Cataluña son realidades distintas que merecen y necesitan un trato especial.
Por descontado, será culpa de tantos periodistas y columnistas demagogos y populistas que, con su pancartismo vergonzoso, han animado a todo el mundo a vivir por encima de sus posibilidades. Será culpa de los que se llaman intelectuales y no han sido capaces de ninguna idea, y se han escondido tras los tópicos más vulgares y perniciosos. Será culpa de tanto opinador de pacotilla que le ha reído las gracias a la turba para hacerse el héroe, cuando su deber era contar la verdad, resultar incómodo y hacer sentir incómoda a la gente en su equivocación.
Y de ningún modo podemos olvidar la gran parte de culpa de tantos jóvenes que sólo han sabido quejarse y ensuciar las plazas en lugar de aportar su vigor y su trabajo, su ímpetu y su esperanza. La intervención será también por culpa del victimismo cínico de tanto chaval malcriado que no ha dado en su vida un palo al agua, que cree que todo se lo deben y que aún no ha comprendido que sólo el esfuerzo da sentido a la vida. Poca inteligencia, ninguna inteligencia: así habrá caído España, como tantas otras veces en su Historia.
Seremos intervenidos antes de verano y Europa tomará las medidas que nuestros políticos no han tenido el valor ni la inteligencia de tomar. Los despidos, a razón de 10 días por año trabajado con un máximo de seis meses. El subsidio de paro, también un máximo de seis meses. Un recorte medio y proporcional del 25% o 30% de las pensiones; despido inmediato del 40% de los funcionarios y a los que queden habrá que recortarles, también de un modo proporcional, el 30% de su sueldo. Las autonomías de carácter ordinario tienen que quedar reducidas a entes administrativos -y no políticos-, reduciendo un 80% su coste.
Será drástico, pero no dramático. Será lo justo y necesario para que España viva según sus posibilidades, como hacen las personas formales".(El Mundo, 10-4-2012).
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No sé qué es peor, si la histórica ineptitud socialista para organizar sociedades o el tacticismo tan irresponsable de don Mariano que, sabiendo lo que tenía que hacer, y lo urgente que era, prefirió ceder al electoralismo y proteger la carrera política de Javier Arenas antes que luchar por todos los españoles.
También será culpa de la poca inteligencia de la gente. De los que han estirado más el brazo que la manga y han vivido como nuevos ricos confiando en que podrían ir tirando de pelotazo en pelotazo. Será culpa de la poca inteligencia de los sindicatos, que han explotado, sodomizado y finalmente asesinado a la gallina de los huevos de oro con sus pretensiones tan alejadas de cualquier mesura. Será culpa de lo poco inteligentes que han sido los empleados que alguna vez han creído que su enemigo era el empresario y que han intentado estafarle trabajando menos, trabajando peor, con bajas laborales fraudulentas y con la funesta retórica de los días personales. También será culpa de la poca inteligencia del café para todos autonómico, esa gran y carísima pantomima para disimular que Euskadi y Cataluña son realidades distintas que merecen y necesitan un trato especial.
Por descontado, será culpa de tantos periodistas y columnistas demagogos y populistas que, con su pancartismo vergonzoso, han animado a todo el mundo a vivir por encima de sus posibilidades. Será culpa de los que se llaman intelectuales y no han sido capaces de ninguna idea, y se han escondido tras los tópicos más vulgares y perniciosos. Será culpa de tanto opinador de pacotilla que le ha reído las gracias a la turba para hacerse el héroe, cuando su deber era contar la verdad, resultar incómodo y hacer sentir incómoda a la gente en su equivocación.
Y de ningún modo podemos olvidar la gran parte de culpa de tantos jóvenes que sólo han sabido quejarse y ensuciar las plazas en lugar de aportar su vigor y su trabajo, su ímpetu y su esperanza. La intervención será también por culpa del victimismo cínico de tanto chaval malcriado que no ha dado en su vida un palo al agua, que cree que todo se lo deben y que aún no ha comprendido que sólo el esfuerzo da sentido a la vida. Poca inteligencia, ninguna inteligencia: así habrá caído España, como tantas otras veces en su Historia.
Seremos intervenidos antes de verano y Europa tomará las medidas que nuestros políticos no han tenido el valor ni la inteligencia de tomar. Los despidos, a razón de 10 días por año trabajado con un máximo de seis meses. El subsidio de paro, también un máximo de seis meses. Un recorte medio y proporcional del 25% o 30% de las pensiones; despido inmediato del 40% de los funcionarios y a los que queden habrá que recortarles, también de un modo proporcional, el 30% de su sueldo. Las autonomías de carácter ordinario tienen que quedar reducidas a entes administrativos -y no políticos-, reduciendo un 80% su coste.
Será drástico, pero no dramático. Será lo justo y necesario para que España viva según sus posibilidades, como hacen las personas formales".(El Mundo, 10-4-2012).
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