arrogancias y exhibiendo su condición macarra, encantado de sentirse Jefe de la tribu y de un fascismo cutre, lladre y rata (tiene pendiente dar cuenta del asunto Banca Catalana, Pallarols, Palau de la Música, los despilfarros identitarios...) mantiene su desprecio a los andaluces considerando que "si por fuerza del número llegasen a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruirían Cataluña" (de su libro La inmigración, problema y esperanza de Cataluña). Es que, sigue Pujol: "el hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico, es un hombre destruido, es generalmente un hombre poco hecho" y "un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual". Ignora este tendero, ladrón y desvergonzado, que Machado, Lorca, Velázquez, Picasso y tantos otros como la Constantina
han llenado de sabiduría, trabajo, gracia y salero, sin excluir a nadie y compartiéndolo todo, España y, en particular Cataluña.
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