(símbolo del crimen de estado) que le ha regalado, como a las demás ministras, el vicepresidente Rubalkaba. Mientras la guionista de Mentiras y gordas exhibe su condición femenina y victimal y se recrea en la suerte (como el resto de sus compinches) echándonos sermones de delicadeza por la buena educación y contra la zafiedad y le hace ascos a un ratón vallisoletano guarrete, Rajoy huye ante el espectáculo.
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