jueves, 11 de abril de 2013

Una democracia se entrega a la paraplejia cuando,

arrogante e insensatamente, da un poder desmesurado y altavoces injustificables a gente (ignorantes, sectarios, disparatados y matones e, incluso, asesinos) que apenas representa a nadie a costa de los ciudadanos y del cumplimiento de la ley, instrumentando el parlamento para cargarse el estado  de derecho.

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