es un verso del himno del fascismo rampante y atrabiliario que canta la Chacón y su ejército de políticos oportunistas instalados en un credo sórdido y genocida en la Cataluña secuestrada por tribus mafiosas. La ministra, tras su profesión de fe por "un ejército para la paz" (ñoña y borde cursilería), al tiempo que sembradora de odio y atropello, alienta y comparte con sus compañeros, aviesas contradicciones de snob instalada en lo más miserable de la peor clase dominante, "la de la envidia arribada al poder" (desprecio con el que Marx se despachaba contra los falsos socialistas). Sánchez-Camacho está dispuesta también a cantar lo que le echen para que no la dejen fuera del camino hacia el poder (secuestro de la democracia y de la constitución).
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