miércoles, 25 de febrero de 2009

San Emilio de la maza, profeta y mártir de Lazcao,

la santa emergencia. Y vendrá el sordo colaboracionismo a exhibirnos su conciencia ética y su exquisitez estética y una distractora reflexión sobre el mal gusto; los conscientes nos advertirán que no se puede actuar así en una democracia, lo impropio del "ojo por ojo y diente por diente", que hay que confiar en la ley y en sus procesos... mientras tanto, no hay otra que dejarse atropellar, autonegarse, someterse, autodespreciarse, enmascararse en las banderas y en los sueños de los matones, identificarse con los chulos, los totalitarios, los nazisocialistas y vivir agradecido en la indignidad. Al PNV no le gustan los ruidos ni las broncas, pero sin esa referencia no podrían hacerse los imprescindibles; Izquierda Unida de Madrazo se ha convertido en un mamporrerito de la revolución del retrógrado PNV; los del PSE se la cogen con papel de fumar según le de a ZP y sus comadrejas; el PP quiere aclimatarse a todas las circunstancias, aunque sea ladeando los principios; la administración de justicia está desbordada y, por tanto, con la ley al descubierto e inútil; la policía a disposición de un ejecutivo que instrumenta la ley a sus intereses (Balza y el Rubalcabón), dejando indefensos a los ciudadanos, en el exilio exterior (los que pueden) y en el interior y al borde de un ataque de nervios.
Menos paternalismo: Los sanEmilios, la primordial impelencia vital, queremos pagar nuestro error sin conmiseraciones piadosas y reforzar nuestra dignidad y coraje.
¡Lo que importa es desenmascarar a un estado miserable, sin contemplaciones!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver que va ser esto, que te ven desde mi blog.

Taif dijo...

Eclair, desde tu ventana siempre mira buena gente. El asunto es que han echado raíces los sinvergüenzas y el matonismo moral, el despilfarro y la sorda complicidad campean por el poder y sus alrededores. Lo nuestro no deja de ser una paciente instancia espiritual...y evitar que nos peguen.

Taif dijo...

Mi amigo Paco, conocido escultor, perfilador de imágenes y distinguido ambientalista, me comenta, fuera de internet, que se sintió más aliviado cuando, tras la inquietante sorpresa del desparpajo de la primera imagen del santo de Lazcano, con su coraje alzado, se encontró con otro panorama. Parece ser que el comentario y la siguiente imagen en que el profeta y mártir aparecía como una estatua más con la huella de la gamberrada, el bandidaje acomodaticio y la subsiguiente castración han supuesto un alivio ante el temor y el temblor de la libertad desnuda en su emergencia.