lunes, 19 de diciembre de 2011

Juan Cruz acaba de publicar Contra el insulto

Sobre una Roma ardiendo se molesta de que la gente se queje hasta el grito o el chillido, que se indigne, se cabree, insulte (con mayor razón que grafitee o tire piedras) en vez de dedicarse a la amable conversación, alternativa inevitable para los asmáticos. Recuerda aquella frase de James Joyce que decía que si no podemos cambiar de país, cambiemos de conversación. Si es posible, con un gin tónic y arbequinas. Con lo bonitos que están callados u ocurrentes (siempre tan creativos en la miseria),  los pobres y hambrientos contando chistes o con pan y toros. La cleptocracia, la burocracia, el nepotismo, la arbitrariedad, el atropello, la discriminación, el abuso, la desigualdad de oportunidades, los muertos de hambre, el avasallamiento tienen en la conversación el mejor lugar para entendernos todos. Pero, remítase a un teléfono gratuito, en secuencia sin fin, déjese atontar hasta que le den hora para una conversación maravillosa.
BENGALAS se siente obligado a gritar o a chillar, a meter el dedo en el ojo, cuando nos pisan el callo o la dignidad. Asume la obligación de desenmascarar los abusos e injusticias, describiendo realidades de cuya gravedad sólo puede darse por enterada o heririse la arrogancia del poder con palabras claras y, si es preciso, hirientes, aunque una democracia versallesca y encanallada las pueda considerar, entre sarpullidos, insultos. BENGALAS PREFIERE LA PALABRA O LA IMAGEN DESCARNADA por mucho que pueda irritar. La realidad es más dura. Dígase todo con la mejor disposición. Debo recordar que a una buena parte de la sociedad, incluso en este tipo de democracia, no le queda ni siquiera la palabra. ¿Alguien cree que tenemos que contentarnos con el fuego eterno y el rechinar de dientes para ser correctos? 

3 comentarios:

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Otro Iñaki Gabilondo, muy muy tibios con Franco, pero inquisidores con maneras y caramelos jesuíticos. Pero sobre todo: aparatos ideológicos.
Les gusta las maneras de lso salones de damas de clase media alta, donde ellas les adoran, y se han creido pedagogos. ¡lo que pueden hacer las madres!

Ernesto Fernández Matos dijo...

Eres megalomaníaco. ¿Quién crees que te dio a ti la autoridad para "desenmascarar los abusos e injusticias"? ¿Y quién te dice que no los cometes tú mismo con otras personas? Practicas el mismo abuso que dices rechazar. Piénsalo.

Taif dijo...

En una serie inacabable de insultos podríamos conseguir un ruido de quejas y cabreos que, en la mayoría de los casos, no sn más que una forma mendicante y quejumbrosa de que las cosas no sigan siendo como están siendo. Que son tan cercanas y evidentes que tienen poco de megalomaníacas, calificativo que llevaría nuevamente al enmudecimiento y a la sorda colaboración con el sistema de cosas que rechazamos y nos avasallan (engaños, mentiras, hipocresía, corrupción, matonismo, terrorismo, mezquindad...). No sólo tenemos derecho a chillarlo -15M- sino la obligación de enfrentarnos, para cambiar, desde nuestro pequeñísimo lugar, cuanto atropella nuestra democracia o nos pisa "el callo". Paz.