que nos íbamos a encontrar con alguien servil y bizcochable, como yo mismo, en Ángeles Pedraza, para tus enjuagues proetarras y en contra de las víctimas del terrorismo, estábamos muy equivocados. Nosotros podemos jugar con la sangre de los demás por alcanzar y vampirizar el poder "en nombre de la famélica legión". Pero, ésta habla de memoria real, no de delirios zapaterinos, de dignidad y justicia. Nuestra tendencia al engaño, al avasallamiento, a la marrullería y a reducir la historia a nuestros cuentos, esa torpe y mentirosa arrogancia, no acaba con esta gente.
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