de Berlioz, melodía que precipitó la conversión de D. Manuel García Morente -reconocido como el catedrático de Filosofía más joven de su tiempo en la Complutense, gran traductor e impulsor de la idea de la Hispanidad. Hundido por el desastre de la guerra civil española y la trágica suerte de su familia, "esperando en un triste cuarto parisino" a que pudieran llegar desde Madrid sus hijas y sus nietos, «he aquí que un día, después de llorar mucho, en la soledad de mi cuarto, sentí un profundo consuelo que descendía sobre mi: una paz como intemporal y eterna envolvía mi alma y una especie de voz interior, muy suave y cariñosa, me invitaba a confiar en la bondad infinita de Dios".
El ateo recalcitrante, escuchando esta sublime melodía, por la radio en el apartamento prestado de París, inició un cambio que le llevaría a ordenarse sacerdote. (Espero haber complacido a un antiguo alumno curioso de los momentos fuertes -kairós- que todo hombre tiene a lo largo de su vida y que le proponen un cambio radical).
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