mi última película documental Contra la impunidad. Hacía frío esa tarde y antes de ir al cine me puse debajo de la chaqueta un jersey gris oscuro. Recuerdo perfectamente haberlo estrenado en la presentación de mi primera película con temática comprometida, Sin Libertad, en Bilbao en diciembre de 2001. A cierta edad, y si uno no varía mucho de talla, la ropa puede durar casi eternamente si la cuidas un poco. Así que ahí estaba yo, estrenando una película en 2016 con un viejo jersey que me evocaba un momento similar de hace 15 años. A lo largo de estos años he dejado por el camino una serie de películas que, como el jersey, tengo la sensación de que aún sirven a día de hoy. Pero no sólo como huellas de algo que pasó, sino como llamada a la reflexión en un momento como el actual en el que se repite la palabra "normalidad" como resumen eficaz del estado de las cosas en este País Vasco post-ETA...
"Mi vecino no tiene problema alguno en exhibir su cercanía con los terroristas encarcelados colgando una banderita alusiva en su balcón y dentro de unas semanas se paseará por las calles de Bilbao rodeado de miles de hooligans como él exigiendo medidas de gracia para sus asesinos mientras en las aceras el resto mira escaparates. Desde hace 40 años esta sociedad produce en cadena individuos sin cultura, sin memoria, sin coraje ni espíritu crítico.
"Mi vecino no tiene problema alguno en exhibir su cercanía con los terroristas encarcelados colgando una banderita alusiva en su balcón y dentro de unas semanas se paseará por las calles de Bilbao rodeado de miles de hooligans como él exigiendo medidas de gracia para sus asesinos mientras en las aceras el resto mira escaparates. Desde hace 40 años esta sociedad produce en cadena individuos sin cultura, sin memoria, sin coraje ni espíritu crítico.
Considero que el papel del arte es obligar al público a mirarse en ese espejo para que vean cosas que saben pero que les asusta.
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