lunes, 9 de octubre de 2017

Soy europea, española y catalana.

 Esposa de Policía Nacional. Y también maestra. Especifico, soy maestra en Cataluña, que no es lo mismo que en el resto del territorio español. Resumiendo, un blanco demasiado fácil estos días en Cataluña. Llevo más de 15 años dando clases en colegios públicos y privados catalanes. Cuando empecé en la educación catalana trabajaba en un colegio concertado y recuerdo un día en el que la Jefa de Estudios, de muy malas maneras, me llamó la atención por hablar en castellano en los pasillos de la escuela. Por supuesto, mi respuesta en ese momento no se hizo esperar y respondí amablemente, pero con seguridad y firmeza, que en clase hablaría en catalán porque así lo marcaba la ley, pero en los pasillos con mis compañeras y amigas hablaría como yo quisiera. Y me fui, indignada, pero feliz y segura de mi postura.  El pasado 2 de octubre no tuve la misma libertad. En un colegio público de la Generalitat de Catalunya donde aparentemente no se adoctrina a los alumnos, se convocó claustro de urgencia para poder hablar de la huelga general. Una huelga que estaba convocada mucho antes de que la policía cargara, mucho antes de ver imágenes en las televisiones, mucho antes de toda la manipulación... mucho antes. Era una huelga que nada tenía que ver con la educación y mucho con la independencia y las ganas del Govern de Puigdemont de sublevar a las masas catalanistas en contra de Policías Nacionales y Guardias Civiles que tuvieron que hacer su trabajo al no sentirse apoyados por sus 'compañeros', los Mossos d' Esquadra... (EL ESPAÑOL)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se necesitan más,muchas más maestras y maestros como esta valiente mujer.Arriba los Policías Nacionales y los maestros españoles que se enfrentan cada día a una labor heroica porque los zotes,zopencos y xenófobos les obligan a serlo.