La mejor manera de ser revolucionario, ahora, en España es proclamar: ¡Soy español! Así lo han hecho los entusiasmados tenistas después de ganar su tercera ensaladera, así lo defiende la Unión de Comunistas de España. El atrevimiento de decirlo, en ciertos ambientes, es como desafiar a los que exigen pedigrí so pena del el desprecio y la muerte civil. Ser español es comprometerse con la mejor convivencia bajo el imperio inequívoco de la ley, de la constitución, sin aduanas ni otra condición identitaria que la de ser constituyente. Los españoles somos de todas partes porque somos ciudadanos, pudiendo compartir o no lenguas, metafísicas, sentimientos, emociones, costumbres, bailes y floklores sin necesidad de carnet.
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