Te encuentras con ellos, como en un templo íntimo, irrepetible y gratuito, espejo estremecido, como describe quien bien lo sabe, María Zambrano, y te sorprenden en Madrid, en Murcia y en la bullanguera Sevilla. Son dones desbordados que te esperan para tapar tus ojos por detrás para que adivines sus manos y su juego iluminado.
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