

frondoso bosque donde suavemente el viento orea, igualmente amado, en insistida retroproyección desde el origen, aparecen, la cuna frente al cementerio, Benatae,
la alberca y los huertos,

sus callejuelas
aquella oportunidad y acontecimiento en el recodo del camino de la sierra, protegido como nido de águilas;
la Fuente San Marcos,
la Fuente de El Santo camino hacia Orcera,
la de
San Miguel en cuyo mirador natural sobre el pueblo, reposan las cenizas de mi primo Paco y las de José (?),

y Jaén, siempre entre olivos, que corona su emoción
y su esfuerzo con una catedral magnífica y única, delirio de grandeza,
allí donde, con la Verónica, se venera el Santo Sudario (¡fervor de la necesidad de acercar los cielos a los días de cada día y enjugarse en el misterio!) y.jpg)
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allí donde, con la Verónica, se venera el Santo Sudario (¡fervor de la necesidad de acercar los cielos a los días de cada día y enjugarse en el misterio!) y
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se mantienen, impertérritas y denunciadoras las lápidas que recuerdan a los mártires de la revolución marxista de 1936
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en este secreto también me esperan otras claridades y fulgores, la calle de Placentines (aquella que, estrecha y larga, parece que la rasgó una saeta con su punta fina y breve), la del Sol a medianoche,
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