Dice de sí que sólo es "un tipo que mete mensajes en la botella sin esperar retorno". Esta España nuestra a la que, según su criterio, le faltó la guillotina, es un país gozosamente inculto, que incluso alardea de serlo, esta España que continúa produciéndonos tanto dolor, como se lamentaba Ortega, está hecha de hijos de puta y de empecinados amantes de la libertad y del mestizaje con la sabiduría de tres mil años de historia que ningún mentecato puede reducir a la mezquindad de una memoria que mira sólo su ombliguito putrefacto. Bengalas felicita a Pérez-Reverte y a todos los francotiradores, también tiernamente venales, que creen en la voluntad de convivencia de sus conciudadanos y se sienten agradecidos por una herencia noble y magnánima, humana y canalla, vecina de la excelencia y de una generosidad digna de la mejor mitología. Bengalas es un artificio, mínima chispa de luz esperanzada, que se une a los millones de españoles que escriben todos los días un poema de amor a sus conciudadanos. ¿Desenmascarando canallas? Es lo de menos. Son mensajes que no requieren retorno, requiebros de luz y ceniza enamorados.
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