jueves, 10 de marzo de 2011

Stéphane Hessel nos escribe: ¡Indignaos!, fórmula cuyo

afán misionero me da escalofríos ("preferiría ser un hijo de puta antes que un misionero, rabiaba Nietzsche) como título de un "folleto" o panfleto. He seguido con las estremecidas convicciones de nuestro venerable Sampedro y los lugares comunes que yo frecuentaba hace más de treinta años con mi autosatisfacción progre, bohemia y saltarina, de conciencia algo horterita con urgencias de cambio radical tan perentóreas como perecederas y tenía que volver  a BENGALAS como indignación. Yo estoy indignado. Más, me confieso, paso de la contemplación a la indignación desde hace años. Coincido con indignados para estar ahí, pero jamás se me ocurrirá vestirme de saco y ceniza en mis conferencias y tertulietas para ordenar a nadie que se indigne. ¡Qué horror! (¡Verán por qué la soledad!).
Añado: Acabo de leer de Arcadi Espada, blog que sigo y recomiendo, lo siguiente sobre la condición verdadera de este folleto...Es un hoax. «Los hoax no son virus ni tienen capacidad de reproducirse por si solos. Son mensajes de contenido falso que incitan al usuario a hacer copias y enviarla a sus contactos. Suelen apelar a los sentimientos morales (“Ayuda a un niño enfermo de cáncer”) o al espíritu de solidaridad (“Aviso de un nuevo virus peligrosísimo”) y, en cualquier caso, tratan de aprovecharse de la falta de experiencia de los internautas novatos.»...

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