viernes, 28 de diciembre de 2012

EL PAÍS, ese panfleto amarillo, otrora vecino de

mis sobacos por todas partes, ruina ahora encanallada en su sedicencia ética y resto de la peor inquisición, resulta ser un caballo de Troya de la impostura y la corrupción. Sus manejos pretenciosamente ideológicos, siempre sesgados desde la arrogancia y el desprecio, se han cobijado y cobijan a los protagonistas de una miserable historia de contubernio con la clase catalanista de la COSA NOSTRA. Sus hienas le esperan. 

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