ha sido una experiencia única, divertida, profunda, amiga, generosa, la mejor que me he gozado de cuantas pueda recordar. Fué un trasunto de la gracia de ese memorial que recoge el libro sobre una cotidianeidad sorprendente y mágica. Sus presentadores (Rosa Jiménez, Manuel Suárez y Víctor Hernández), de la más alta sensibilidad y estilo consiguieron la excelencia, dejando aparecer la admiración y el amor que profesan al autor. Víctor, siempre sorprendente, me rindió. Lizundia, espoleador de rebaños y agitador de conciencias entre cervezas, libros y locuras me dió una muy grata sorpresa que señala una calidad personal que admiro y agradezco. No digo ejemplar, porque creo que, como yo," preferiría ser un hijo de puta antes que un misionero". La dedicación a José Rivero es calidad.
Ahí estuvimos...
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