con ocasión de la muerte de Gustavo Bueno, a quien conocí y traté y al que he seguido por la particular fascinación que me producía. Intenté aprovechar para mis alumnos su libro "pedagógico", Symploqué, encontrándome con el mismo desasosiego que producía a muchos su obra filosófica fundamental. Resultaba más divertido y chispeante en sus incursiones éticas y políticas en la historia de España en sus críticas feroces a los trillados conceptos de izquierda y derecha, a algunos políticos, a la cultura y sus mitos... Fué único por erudito y encantador, humilde e ingenuo en su búsqueda de la verdad y en el atropello de sus palabras y convicciones. Entre lo leído os traigo algunos párrafos de Ignacio Camacho en ABC:
"...Toda su obra es un esfuerzo prometeico para destruir mitos y tabúes del pensamiento convencional que sostiene el frívolo tingladillo de una sociedad instalada en la ligereza, en la gazmoñería mental. Una refutación de la pamplina. Sin embargo, para divulgar su radical exhorto de reflexión crítica, tuvo que utilizar las herramientas de comunicación que denostaba como fabricantes de tópicos y de intelectualidad basura. Conceder entrevistas, participar en coloquios, aceptar la moda del debate-espectáculo. Su excepcional vis polémica le permitía dominar ese escenario y erigirse en referencia a contracorriente, en formidable debelador de la corrección política, el facilismo, los lugares comunes y la falsa tolerancia. Nunca fue tolerante con el dogmatismo ni con la idiotez. Era el antiPaulo Coelho, un antipático agitador contra el buenismo sentimental y la vulgaridad emotiva..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario