martes, 2 de junio de 2009

Garzón baila de contento porque sus disparates en

la administración de la justicia que le compete son castigados con cien euros. Cuando el capricho, la incompetencia, la insensatez o el atrevimiento pueden quedar justificados con una cantidad menor que una falta de tráfico a la vista atónita de los ciudadanos, la democracia parece una tomadura de pelo.

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