un tal Sócrates-Chaves, callando que acabaría sus días bebiéndose la cicuta por obedecer las leyes siempre, también cuando no le eran propicias, sobre todo, después de haberlas marrulleado "ad nauseam" y que, al final, lo hayan pillado con el culo al aire, a costa de los andaluces, aceituneros altivos (que están hasta los huevos).
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