Santa Cruz de Tenerife. No obstante, la desorganización y el desajuste producidos por un mal reparto de las entradas y de los luminosos así como las extrañas normas de seguridad, quedaron ridículamente al descubierto por un paradójico riesgo que una estampida podría provocar si, "no yendo hacia el mar", la gente huyera, siguiendo las recomendaciones recibidas, hacia un cuello de botella impracticable y preparado para la tortura de colas imposibles. Organizadores, cuesta muy poco que brille con todo su esplendor un rito tan entrañable para los chicharreros.
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