infundir su espíritu de sumo conducator de pueblos y malabarista en economía y todavía no se ha tomado en serio ningún tema. No tiene idea. Lo malo es que la gente se viene dando cuenta de que ni tengo los conocimientos necesarios para esta situación, ni la humildad para escuchar instancias distintas a las nuestras, ni capacidad de llegar a acuerdos y, sobre todo, de que he perdido el mínimo sentido de la dignidad capaz de desenmascarar todo este disparate.
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