perseguid al español, despreciad a los parias de la tierra, que hablen, aunque sea mal, lenguas vernáculas como esclavos, desgraciados maquetos, charnegos, proletarios transterrados, mestizos residuales, sordos mantenedores de la arrogancia de botiguers y nuevos ricos como mi Montilla y mi Chacón, marcados por el oportunismo depredador ante la desesperación de la autoaniquilación y extinción de la especie de los inflados señores de la gleba (casa nostra, cosa nostra) y la ilusión de sustituirlos, que ignoren los derechos a su lengua materna y se avergüencen de sus raíces -delirantemente excluyentes-, que soporten el desprecio a su condición y a sus lealtades constitucionales, que resistan ante quienes confesaban ser alzados por la famélica legión y su desgracia, que les hayan traicionado y vendido a los nuevos negreros tras haberse convertido en tramperos y administradores de rancios totalitarismos nacionalistas, porque España traga, los españoles tragan, nobles supervivientes de tanta miseria moral, inquisición y carroña, gracias a mi termitero.
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