viernes, 5 de noviembre de 2010

El brujo Caamaño aprovecha los disparates de ZP

y de su curia para lanzarse a dar rienda suelta a sus propias ocurrencias de hechicero de la tribu, en tiempos de hambre y desesperación (que los rebaños están más dóciles y la democracia era eso), a la revolución social por el decretazo y los ancestrales ritos de la reducción de cabezas, al cambio de santoral, los nombres de calles y calendarios, la gramática y la sintaxis. El brujo iluminado por el suo "avo" (como el de ZP), se engolfa en el cambio tribal a través de la reducción de los apellidos machistas para conseguir la igualdad entre los miembros y miembras del "ganao", acabar con la familia y los lazos más enraizados de la fraternidad primordial en nombre de una (alienante y bobosolemne) fraternidad universal, al ataque de las viejas estatuas, modelos y costumbres, con hierbas, hisopo y ahumerios, mientras colocan a los suyos (el termitero), y se lo llevan crudo con la ley en la mano (Bono dixit con éxito, équite exclusivo).


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