conciencias, viene de fascismo vestido de rojo y de comunismo negro. El que no está con él está contra él. Corrompe cuanto toca y a quien no se le somete lo liquida civilmente (cuando no realmente) y, en última instancia, con su burdo matonismo moral y la tortura del exilio interior (avezado, en su historia, en la aniquilación del contrario convertido en un apestado). Mientras, exhibe ínfulas mesiánicas desde su sedicente ética superior y el frecuente encefalograma plano y bobosolemne. Procura disfrutar en el presente como garrapata afortunada del paraíso que promete a los desgraciados a los que desprecia, arrebatada su condición de ciudadanos, corrompiendo el estado de derecho y degradando la ley a su capricho, en golpe de estado permanente.
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