«Laudato si’, mi’ Signore» «Alabado seas, mi Señor»,
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(de la Misión Marista) |
cantaba san Francisco de Asís y es el nombre de la reciente ENCÍCLICA del Papa Francisco I. "Nuestra casa común es como una hermana con la cual compartimos la existencia. Es como una madre bella que nos acoge entre sus brazos. La hermana, nuestra madre tierra, nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable, del abuso de los bienes puestos en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla hasta agotarla, hasta acabar con ella. La violencia que hay en el corazón humano también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire, en los seres vivientes, en el corazón de las entrañas, en nuestra coraza de alma. Entre los pobres más abandonados, entre los desamparados maltratados está nuestra oprimida y devastada tierra que gime y sufre dolores de parto. Olvidamos que nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta. Su aire es el que nos da aliento, su agua nos vivifica y restaura. Nada de este mundo nos resulta ajeno o indiferente. Frente al deterioro ambiental global, es necesario hacer llegar este mensaje a cada persona sea agnóstica o religiosa, opulenta o menesterosa, libre o con cadenas, desventurada o feliz. La problemática ecológica se presenta como una crisis, como una consecuencia dramática de la actividad anárquica y descontrolada del ser humano. Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, el ser humano corre el riesgo de destruirla, de ser a su vez víctima de esta degradación, de la posibilidad de una catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial y avanzada.
Es urgente y necesario un cambio radical en el comportamiento humano. Si no van acompañados los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes y el crecimiento económico más prodigioso por un auténtico progreso social y moral, tales avances se volverán contra el ser humano. Es necesaria una conversión ecológica global. Se pone poco empeño en salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humanizada no solo humana. La destrucción del ambiente humano es algo muy serio. No solo le ha sido encomendado el mundo al hombre, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de toda forma de degradación natural y deterioro moral. (
Presentación de FÉLIX VALBUENA ESTALAYO sobre el cuidado de la casa común- 25 de mayo de 2015 del Papa Francisco- para su ESPIRAL nº80 de junio de 2015).
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