del resentimiento de los Pujol y de Mas, que saquearon y dividieron Cataluña. El nuevo president pretende romper con España, que es un Estado democrático, y convertir a Cataluña en una ciudad sin ley. Esto no puede terminar bien. Puigdemont confirma el proverbio según el cual el alcohol barato del nacionalismo primero emborracha, luego ciega y, por fin, mata. Lo importante sería que no nos cegáramos todos. Lo que está ocurriendo angustia a los ciudadanos porque no ven repuestas solventes ante el desafío. Los amotinados carecen de legitimidad democrática para la insumisión; ni en las elecciones falsamente plebiscitarias ni en las generales consiguieron más del 50% de los votos. En plena incertidumbre, el Partido Socialista quiere formar una mayoría de gobierno con los propios separatistas y Podemos, el partido de Pablo Iglesias, que insiste en el derecho a decidir. Esto puede ser el inicio de una pesadilla que acabe como en Yugoslavia, donde se proclamaron seis repúblicas independientes" (En Verdad o mentira de PERIODISTA DIGITAL).
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