de la jerarquía social en el poder. Esos rituales han sido una práctica común en múltiples culturas a lo largo de la Historia. Sus víctimas han perecido en la hoguera, lapidadas, desmembradas, ahogadas o decapitadas, en un largo catálogo de formas de matar destinado a apaciguar a los dioses. Pero el objetivo último de estas terroríficas prácticas era otro, mucho más mundano que una divinidad de temperamento caprichoso sedienta de sangre. Investigadores de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, con la ayuda de otros colegas de su país, autralianos y alemanes, han llevado a cabo un estudio que demuestra que los sacrificios resultaban una pieza fundamental en el mantenimiento de la parte superior de la jerarquía social en el poder".
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