Después de comprar camisetas, gorras y banderas para la explosión sacramental del 29-6-2008 y de descansar del "chijo" (qué eficaz detector de metales) he dado una vuelta por este tórrido Aranjuez, comprobado las rutinas de Santiago Rusiñol, instante ante el monumento al Maestro Rodrigo y la evocación de su más famosa pieza, recorrido el Jardín del Príncipe y bordeado la plaza de toros, inaugurada por Carlos III en 1797?, un año antes del nacimiento de Augusto Comte y a once de que se cociera el hito de la revolución (revoluciones) francesa. He conocido estos paseos de poblachón doméstico de la indolencia del antiguo régimen. Tiene la solera del sol y de su líquido enraizamiento freático, misterioso respiro entre el abundoso Madrid (Rock in Rio) y el secarral que señala la cercanía manchega. He visto una bonita faena de Morante de la Puebla en la gollesca de Zaragoza. ¿Por qué los toros me urgen reclamos metafísicos de Ser y tiempo o de por qué el ser y no la nada más mistérico que existencial. En vez de ir a Ciudad Real, la de los caballeros cruzados y del Santo Sepulcro, defensores del homo viator, de los huérfanos y las viudas en el extenso destierro de la la felicidad y la escasa esperanza, volveré al Toledo coexistente, tangencial y secretamente místico (la pequeñez de San Juan de la Cruz, la bravura de la divina obstinación teresiana y el recuerdo de la fascinación de la Sierra de Segura y las Villas, "mil gracias derramando"). Caminar con el desterrado, extranjero de sí mismo, puede ser un Camino de Santiago más intenso y prometedor que la Costa Maya o un viaje espacial.
2 comentarios:
Menudo giro copernicano, y así se escribe. No se puede ser activista las 24 horas del día
¿Y ese cambio de estilo?, ¿Que haremos sin tus tiras?.
si estas muchos días por las cercanias de Madrid, avisa.
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