Gallardón, víctima de su complejo de Edipo, anula a la derecha y se hace manco; trabaja la silla de minusválido para que lo lleven al gobierno supremo, disimulando hipócritamente su hiperactividad autárquica; de la gañanía de la derecha, sometida y roturada, al escabel de su rancio señor PRISA que pastorea a oportunistas políticos e intelectuales de cualquier origen y procedencia (de los esclavos importa poco su color).
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