viernes, 10 de octubre de 2008

Rubalcaba luce su soliZP, su mano traicionera y la

rosa del partido como excusa y estrategia. Con razón ni la policía ni la guardia civil pueden tragarlo: miente, engaña, incumple y habla como si fuera un obispo para volver a engañar a quien quiera escucharle. Un ministro como él recuerda al brujo de la tribu.

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