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El viernes había vuelto al Acueducto y a las huellas de Roma. Pero ahora estaba en la transhumancia que define la historia de España: la iglesia de
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la Vera Cruz, Zamarramala, el convento de los Carmelitas (sepulcro de San Juan de la Cruz) y la Fuencisla. Me dirigí a la calle de la Judería nueva, pasé por la famosa puerta de San Andrés (3), privilegiada entrada y salida de la ciudad desde la aljama judía,
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con el Clamores (río que ceñía a Segovia por la orilla izquierda, ahora soterrado) al fondo y el cementerio judío (4) en la orilla de enfrente, en el flanco sur de la ciudad.
(4)Segovia estremece por las huellas de su monumental experiencia humana, laboriosa y contundentemente urdida. Aproveché y me hice con una edición de las obras completas de Baruch Spinoza (5) y un estudio de Netanyaju sobre los marranos españoles.
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con el Clamores (río que ceñía a Segovia por la orilla izquierda, ahora soterrado) al fondo y el cementerio judío (4) en la orilla de enfrente, en el flanco sur de la ciudad.
(4)Segovia estremece por las huellas de su monumental experiencia humana, laboriosa y contundentemente urdida. Aproveché y me hice con una edición de las obras completas de Baruch Spinoza (5) y un estudio de Netanyaju sobre los marranos españoles.
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