lunes, 19 de octubre de 2009

Al polifemo Caamaño le ha salido su condición

"nacionalista" y "socialista" (fascista) con la convicción de las tripas. Se despacha, después de una manifestación contra el bilingüismo en Galicia, diciendo que él quiere hablar la lengua de sus abuelos y tal... (¿y los demás, no tienen abuelos?) con contención equívoca y bufido (de "a ver qué se habrán creido"). Aunque se supiera todo el código de carretilla, este sujeto no podría haber aprobado Ética de 4º de la Eso. Primero, los acuerdos de los constituyentes son para que se cumplan: la democracia no es una trampa de cobardes con la que pueden vencer a los que están dispuestos a acatar las leyes que todos nos hemos dado para convivir libres e iguales. Los territorios no crean derechos sino las personas. Quien traiciona a los constituyentes pretende haber ganado una guerra de conquista y sumisión dejando a quienes somete como gilipollas. Caamaño debería saber que, por mucha marrullería leguleya -cátedra de indignidad- de la que pudiera ser capaz, como con los manejos del Estatuto de Cataluña, los derechos humanos son personales, primordiales, inalienables, imprescriptibles y universales. ¿Qué vericuetos ha tenido que recorrer este joven ministrín para alcanzar una cátedra universitaria cuando no debía haber podido acceder al bachillerato? El elocuente, sagaz, valiente, tan temerario como prudente Ulises, que previamente se había identificado como Outis (Nadie) le saltó el único ojo a Polifemo, a quien antes había emborrachado, y se ocultó en el rebaño, para poder seguir su camino a Ítaca. La tiranía y la venganza de los cíclopes acaba en la oscura sentina del autodesprecio. Caamaño, debería estudiar Ética de 4º de la Eso.

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