octubre. Cuando la arrogancia convierte en sordos y ciegos a quienes ostentan un poder sobre el juego de los votos y de su especulación marrullera, es estimulante contemplar la indignación de la gente que toma las calles y alza la voz para recordar su persistente poder constituyente y para ejercerlo con responsabilidad. Lo que debería ser atendido humildemente es despreciado por ZP con el refuerzo servil de Gallardón. Una democracia debería poder desenmascarar tanta desfachatez y atropello y alejar automáticamente del servicio público a estos oportunistas de la política (deberían dimitir si tuvieran vergüenza). ¡ZP vete! ¡Gallardón, a trabajar en una ONG!
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