sábado, 13 de marzo de 2010

Anoche, en el Auditorio de Santa Cruz de Tenerife,

tuve la gracia de escuchar el alma de Rosa Torres-Pardo y contemplar su genio, su brío y su coraje amaestrando los tiempos y los espacios que, con un piano rendido, estremecieron nuestra necesidad de excelencia.
He agradecido a la artista su personal voluntad de verdad y entrega (ese divino toque místico) el bien que produjo y produce en mi alma cuando la escucho, cerrados los ojos contemplando el mejor mundo y su esperanza todavía posible, desde el pasmo agradecido.

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