lunes, 8 de octubre de 2012

Sandro Rossel va de litri, seducido por el escaparate


y su éxito inmediato, entre masas enfebrecidas que lo dejarán como efímera estatua de sal y, luego, como desecho de una fatuidad histórica para el hazmereír. La sórdida  instrumentación del fútbol para el engaño político y la agitación emponzoñada de las masas lo disponen a ser pisoteado como títere por los mismos que ahora le jalean. Ese toro se lo llevará por delante.

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