España! Disparate de la lideresa, inteligente y avispada, que nadie entiende y que entusiasma a sus enemigos. En una ajena y vulgar imitación de Unamuno no menos desafortunado, como luego el sabio vasco comprobaría, Esperanza Aguirre cae en una innoble y populachera necesidad de agradar y de seducir a su auditorio. Es el momento de cortar con tanto cuento para promover un estado con un único sujeto de poder, los ciudadanos, libres e iguales ante la ley, con una historia compartida y agradecida y pluriformes emociones y sentimientos. Punto. La violencia y la guerra no declarada, los hechos consumados que vayan contra la mejor convivencia debe ser impedida radicalmente.
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