de La Laguna. Su imaginaría y pinturas, la perfecta composición, tras la delicada reconstrucción y acomodo de este gran monasterio, me recuerdan las de otros semejantes, todavía vivos en algunas iglesias sevillanas... La piedad en un tiempo que podía extenderse sin otra ambición que imaginar el auténtico mundo que corona el cielo, produce bellísimas obras de arte. La mayoría, aquí y en tantos otros lugares, obra de anónimos o sin catalogación.
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