"Las grandes ciudades españolas están en manos de una troupe que entre sus tareas de gobierno incluye, y en lugar destacado, la del adoctrinamiento. La doctrina es algo que se va a buscar. Yo aún he conocido dulces muchachas que te decían: «Esta tarde voy a doctrina». Y se busca dónde, cuándo y cómo uno quiere. La doctrina de las instituciones debe limitarse al reparto del presupuesto. El resto es obscenidad de raíz totalitaria. En Barcelona la alcaldesa Colau está aficionándose a aleccionar a los ciudadanos mediante carteles colgados en las calles. Hay uno, inscrito en una campaña contra lo que llaman violencia machista, que muestra a un zampabollos macho cariacontecido y debajo esta leyenda seminal: «Cuando una chica dice no es no». No pude resistir el adosarle una pregunta de las memorias de John Allen Paulos: «Si te pido que te acuestes conmigo, ¿me darás la misma respuesta que a esta pregunta?». Estas navidades ha colgado otros en que alecciona sobre la necesidad de regalar camiones a las niñas y muñecas a los niños. La primera condición del adoctrinamiento suele ser la de operar contra la realidad y este es un ejemplo de libro: una infinidad de estudios prueban que esas preferencias lúdicas infantiles son innatas. Y que es la naturaleza y no el ambiente la que decide. Es así, por ejemplo, que los hijos de parejas homosexuales eligen sus juguetes como los hijos de parejas heterosexuales, y no solo los juguetes, sino a sus futuras parejas sexuales".
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