Muertos vivientes nacidos y compañeros de las más pútridas corrupciones, arrogancias y dejaciones... cargándose los monumentos, placas, calles y con ellos la mejor memoria humana con sus grandezas y miserias y la voluntad de reconciliación y convivencia de los ciudadanos, libres e iguales... NI LOS IDÓLATRAS NI LOS ICONOCLASTAS nos conducirán al reino de los cielos (por mucho que nos lo ofrezcan "al asalto").
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