«Matadlos donde los encontréis… Tal es la retribución de los incrédulos» (Corán, II, 191). En París el año pasado, en Bruselas ahora. Son incrédulos: menos que estiércol. «Matad a los politeístas, doquiera que los halléis» (Corán, IX, 5). El enemigo de Europa está ya dentro. No sirven las murallas: Refugees, Welcome…, necedad y retórica. Hoy, la UE abriga a veinte millones de musulmanes. Y el islam no se parece a ningún otro monoteísmo. Judíos y cristianos se asientan sobre la exégesis de un texto inspirado. El islam, no. El Corán, que existe eternamente junto a Alá, es por Alá dictado en una sola oper ación y a un solo copista. No admite interpretación. Se repite y se aplica. Literalmente. El Corán no se lee; se recita. Sin que una sola tilde pueda ser alterada. No plegarse a su mandato se paga con la muerte.(ABC)
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