Los periodistas, fotógrafos y cámaras españoles estuvieron en alerta con las primeras luces del martes sobre Bruselas. Carles Puigdemont echaba el día en la capital belga, pero evitó con ahínco dar a los medios de comunicación la codiciada imagen de su soledad hasta que llegó el momento de celebrar junto a Oriol Junqueras y Raúl Romeva, en una de tantas salas que integran el edificio del Parlamento Europeo, su conferencia sobre el cansino referéndum de independencia, programada a las siete de la tarde. La "guardia de corps" del presidente de la Generalitat de Cataluña desplegó alrededor suyo un cerco de hielo con la excusa de la necesidad de preparar una cita para cuya promoción en diarios internacionales como The Financial Times o Le Monde y en los periódicos belgas se han gastado la friolera de 127.000 euros. Y todo para tratar de llenar, sin éxito, un aforo de 350 personas. Mientras, el mismo día, una niña de 8 años moría en Blanes (Gerona) mientras esperaba una ambulancia pediátrica que no llegó a tiempo de trasladarla.
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