president) al rechazar, expeditivo, las superfluas, delirantes y estratégicas embajadas del País Vasco, mientras el galápago Urkullu pide contención y algodones con los amigos de los etarras, sus cartelitos y demás antidiluvianos parientes abertzales y sus zumosoles. Todavía sueñan con las nueces y carroñas de las que han vivido.
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