de su defensa de la utopía por conocidos embaucadores, oportunistas, capos y pecadores, necesitados de renovadas estrategias tramperas (ahora, la del corderito y contingente Garzoné) para mantener el engaño y el expolio promovidos por sus depredadoras estrategias ideológicas y políticas. Estos pseudopenitentes, usufructuadores y narcotraficantes de la necesidad popular de religión cercana y milagrera, arrastran la divertida y pesada carga de un magistrado enloquecido por los méritos que asalta, atesora y garzonaliza por el sórdido camino de la incompetencia y la habilidad marrullera para hacerse rico a costa de la credulidad y de la estupidez universal.
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