los Tribunales. Es el de los sedicientes éticos y los oportunistas de siempre, progres-regres, lacayos del poder caciquil y mafioso, de la falsedad y de la filigrana sofística para agusanarlo todo. Ahora, con Mas a la cabeza, la Chacón, ZP y su gobierno disparatado (con una España atropellada por un partido "socialista" que queda de nuevo desenmascarado, entre estertores), se aúnan en una sectaria defensa de la inmersión lingüística en catalán, esa estrategia que posibilita "el éxito escolar" también a los charnegos.
Tiene razón Mas, dice Pepiño, cuando se queja y amenaza con que no le toquen las narices (¿els pebrots?) con un tema recurrente en tiempos de elecciones. Hubiera bastado con darle el gustito a esas veinte familias quejumbrosas (Ester Jaén dixit), con un poco de diálogo y "mano izquierda".
Bengalas: Sí, ¿ese "diálogo" que legitima el atropello? (acuérdense del propuesto por Gemma Nierga en un alarde de inteligencia superior y comprensión hacia el terrorismo etarra). ¡Cuánta miseria! Avasallados los constituyentes, sodomizados y macerados por la arrogancia y el desprecio de nacionalistas, sociatas buenistas, colaboracionistas, matones y terroristas, se pueden entender las quejas de ese grupo residual de picajosos. ¡Pues, no! En una democracia o se defienden los derechos individuales de todos y cada uno de los ciudadanos o ésta se convierte en tiranía. El derecho a la enseñanza en lengua materna no puede perderse entre estrategias y subterfugios y, menos, en nombre de una técnica, la inmersión lingüística no libre o excluyente.
¡Por el bilingüismo en Cataluña, en Galicia y donde haga falta! En las clases de quien suscribe estos comentarios se hablaba, libremente, en la lengua en que cada uno se expresara mejor, en español y en catalán. ¡Incluso en tiempos de Franco! Si la democracia no se corona en empatía no deja de ser una estrategia trampera.
¡Por el bilingüismo en Cataluña, en Galicia y donde haga falta! En las clases de quien suscribe estos comentarios se hablaba, libremente, en la lengua en que cada uno se expresara mejor, en español y en catalán. ¡Incluso en tiempos de Franco! Si la democracia no se corona en empatía no deja de ser una estrategia trampera.
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