jueves, 20 de octubre de 2011

He pasado entre indignados vestidos de verde,

a lo largo de la calle de Alcalá. Acababa de comprar varios libros de economía, política y espiritualidad. Uno de los muchos alzados por la Escuela Pública quiso entregarme un impreso que no cogí. Tómalo, me dice y léelo, por lo menos. No gracias, le dije. Sentí que era la misma fotocopia de hace más de treinta años y los mismos sofismas y enredos. He dedicado toda mi vida a la educación, entusiasmado, intentando dar lo mejor de mi mismo a los alumnos como si se tratara de mis hijos, como a mí mismo o como a Dios. Por la enseñanza pública exigí a los delegados sindicales que se preocuparan de garantizar PREPARACIÓN, COMPETENCIA Y DEDICACIÓN a los profesores en actualización permanente para garantizar el ejercicio más eficaz y eficiente de la enseñanza para nuestros conciudadanos. En libertad y corresponsabilidad. El equívoco principio -Por la escuela pública- volvía a presentarse instrumentado política y partidistamente.
La historia de la pedagogía y de la educación de nuestro país ha sido atropellada por políticos que han entrado en las aulas como elefantes en cacharrería, para el agitpro y lejos del auténtico interés de los alumnos y de los profesores. Éstos han tenido que enfrentarse con su profesión y vocación a pesar de sus políticos.
Todo lo demás, es profanar el templo. Llevo indignado, cabreado y trabajando, entregado, por la educación para todos y por todos hace más de treinta años y éstos despreciando a los alumnos y a la ciudadanía con su impostura.

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