domingo, 30 de octubre de 2011

Los globos fatuos de las autonomías tienen en las

espinas de la situación económica la mejor medicina de su ineficiencia y corrupción. Como los narcisos y autorreferidos, sólo reducidos a su realidad cuando pinchan con ella, esas asimétricas y caóticas organizaciones taifas estallarán como una pita. El único criterio justo para organizar la democracia es la garantía de eficacia y eficiencia del estado al servicio de todos y cada uno de los ciudadanos. Todo lo demás es estrategia de tramperos.

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